Orlando Martínez Howley brillante periodista dominicano, nació en las Las Matas de Farfán, República Dominicana, 23 de septiembre de 1944. Fue un ferviente militante de la clase revolucionaria de nuestro país. Jugó un papel trascendental en el pensamiento político dominicana proyectando su pensamiento a través de sus escritos periodísticos.
Fue asesinado el 17 de marzo de 1975 con apenas treinta años de edad, por instrucciones del presidente Balaguer, el cual mantenía a República Dominicana en una verdadera dictadura camuflajeada de democracia mediante elecciones fraudulentas.
Murió como vivió, con la vedad en sus labios. Por eso hoy y siempre lo recordaremos y lo tendremos en un lugar privilegiado como ejemplo de dignidad, seriedad y valentía. Su memoria debe permanecer en el corazón de los dominicanos, más ahora que se avecinan momentos de fuertes cambios en los que serán vitales hombres y mujeres de principios inquebrantables.
Da pena ver como nuestros gobernantes, los cuales crecieron sufriendo los males que Orlando Martínez tanto atacó, repiten el mismo procedimiento de injusticia y opresión. Se han cambiado los verdugos, pero los golpes son igual de dolorosos, tal vez peores. Esos delincuentes que hoy nos gobiernan se están orinando sobre la sangre derramada por los grandes hombres como Orlando.[
Más abajo está el artículo por el cual pagó con su vida. Nótense las similitudes con el tiempo actual.
¿POR QUE NO DR BALAGUER?
Señor Presidente de la República, ya que usted impide que un artista del prestigio y la calidad moral de Silvano Lora viva en su Patria, ya que dejar en el extranjero a dominicanos le produce placer o ganancias politiqueras, me voy a permitir hacerles algunas recomendaciones. Espero que sobre todo medite la última. Como Usted ha dicho que en este gobierno, y parece ser cierto, la corrupción sólo se detiene en la puerta de su oficina, ¿Porqué no saca de la República Dominicana a todos esos corruptos? Como aquí existe una galopante inflación de delincuentes sin uniformar y, según usted, también uniformados, ¿porqué no les ordena a los calieses del régimen que los apresen y los metan en un avión? ¿Por qué no les dice a los genízaros que prestan servicio en el aeropuerto que apresen no a los que traen cigarrillos de marihuana, sino a los pejes gordos del tráfico de drogas? ¿Por qué no manda al exilio a los que reciben comisiones para negociar contratos que entregan nuestras riquezas a las compañías multinacionales? ¿Por qué no instala en un barco a los latifundistas, a los que están negados a que este país salga del subdesarrollo y de la situación de miseria colectiva que lo acompaña? ¿Por qué no entra en ese mismo barco a quienes en la ciudad son el soporte ideológico de esos terratenientes? Y también a quienes son el sostén armado, los que dan palos, apresan y torturan campesinos que luchan por sus derechos. Como Usted es enllave de los norteamericanos, ¿porqué no le solicita un portaaviones para enviar al lugar que fuese a los numerosos calieses que viven del trabajo del pueblo? En caso de que su amistad con los Estados Unidos sea más estrecha de lo que sospechamos, ¿Porqué no le pide al Pentágono un cohete último modelo con el objetivo científico de crear una colonia de calieses en la luna? ¿Por qué no desaparece de la vista de los dominicanos honrados, que son la mayoría, a todos los vagos que en este gobierno cobran sin trabajar? ¿Porqué, tómelo en cuenta, no deposita en un cómodo asiento de primera a los funcionarios irresponsables que se las dan de Fouché contemporáneos y a la hora de la responsabilidad no dan la cara? Y mi recomendación final: Si es inevitable que esta situación continúe, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié el domingo en el aeropuerto, ¿porqué, doctor Balaguer, no se decide Usted a subirse en el avión o el barco y desaparece definitivamente de este país junto a todos los anteriormente mencionados?.. Orlando Martínez Howley.
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Por ser joven, luchador y valiente, serás siempre una luz para nuestro pueblo, y tu pluma seguirá escribiendo verdades en nuestra historia.
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