Es una verdadera pena ver como hoy en día la UASD no es más que otro instrumento al servicio del sistema. Su seno se ha contagiado con los males que antes estaban más allá de sus infranqueables muros. Esos males que tanto combatió y por los cuales derramó la sangre de sus mejores jóvenes. El clientelismo y la politiquería han sumergido a nuestra gran universidad en un estado de humillación. Nuestra Alma Mater ha sido condenada a arrodillarse ante los sucios intereses de unos pocos.
Es momento ya de despertar la conciencia de nuestra universidad, y devolverle su lugar al lado del pueblo. Hoy más que nunca tenemos que estar bien despiertos para poder lograr los cambios que nuestro país necesita con urgencia. Ya no podemos sopor más humillación, más indiferencia, ni más corrupción. Vamos a formar un ejército de jóvenes consientes, dispuestos a dar todo por su país y por el bienestar común. Las armas tal vez sean otras, pero la lucha debe ser la misma, aún más fuerte y decidida.
Utilicemos los medios tecnológicos con los que contamos, aprovechemos que todavía gozamos de ciertos derechos y libertades que nos permiten unirnos y transmitir nuestras ideas. El derecho a la libre expresión y a la libertad de reunión nos costó mucha sangre a los dominicanos, aprovechémoslo.
La juventud no solo es el futuro, como dicen muchos, sino que también es el presente. Este país fue creado y ha sido sostenido por jóvenes. Es hora de comenzar a jugar nuestro papel en la historia. La patria espera por nosotros.
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