Miramos nuestro alrededor y lo que vemos son muchos problemas. Vemos como nuestro país se hunde en un mar de corrupción e impunidades. Padecemos día a día los males que arropan nuestra nación. Se nos llena el alma de furia al ver como unos pocos mantienen a la gran mayoría en un estado de miseria y desesperación.
Al ver todas estas cosas casi siempre nos invade un profundo sentimiento impotencia. Queremos cambiar la situación, tenemos buenas ideas, pero rápidamente nos damos cuenta que el problema es más grande que nosotros y que nunca pudiésemos hacerle frente. Miramos a los demás como se mantienen sin hacer nada, y es entonces cuando decimos “en este país la gente no hace nada”, lo que a veces ignoramos es que nosotros mismos estamos en la misma situación… Haciendo nada. Pues no es pensando que se solucionan las cosas, es actuando. Por más que repitamos que algo está mal, no se resolverá por arte de magia.
Queremos compartir una historia muy bonita, trata de un persona que un día se levantó con el propósito de cambiar el mundo, pero al intentarlo se dio cuenta que el mundo era muy grande. Entonces aquella persona se dispuso a cambiar su país, y otra vez se encontró con que su país era demasiado grande. Tratando de no desilusionarse se propuso firmemente cambiar su comunidad, pero esta también le quedó grande. Empeñado en no darse por vencido se fue a su casa para tratar de cambiar a su familia, y se llevó la sorpresa de que no le era posible. Ya casi al punto de la resignación decidió cambiarse a sí mismo, y se dio cuenta que después cambiarse a sí mismo todo el mundo cambió.
Con esta historia que queremos que entiendan que el cambio debe empezar por nosotros mismos. No les pidamos a los demás que hagan aquello que nosotros mismos no hacemos. No los condenemos por hacer las cosas que nosotros también hacemos.
Cuando comiences a dar los primeros pasos en busca de esa meta de hacer un mejor país, veras como muchas personas piensan igual que tu, y caminarán a tu lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario