viernes, 31 de diciembre de 2010

Restauración – Dajabón 46K, del frío picante al calor sofocante



Sonó el despertador, vimos la hora y lo apagamos. Con el tremendo frío que hacía solo atinamos a quedarnos un buen rato mirando en techo de zinc sudado por la baja temperatura, que hace que la humedad del aire se condense y se adhiera al metal.
            Pasamos a casa de Héctor Porfirio Rodríguez (Rafelito) y su esposa la profesora Andrea Aquino Contreras. Estas personas fueron las que tan amablemente nos ofrecieron su apoyo cuando aun estábamos a 15 kilómetros para Restauración, y luego nos hicieron el inmenso favor de lavarnos la ropa. Ya teníamos tres días usando la misma. El día anterior al llegar a Restauración la señora Andrea nos había preparado un jengibre que nos cayó como del cielo.
            Antes de partir debíamos pasar por el destacamento del Ejercito Nacional a buscar nuestro acompañante. Corrían las 6:20am cuando llegamos al destacamento donde nos esperaba el raso Romero Castillo, miembro del batallón de tropas especiales Cazadores de Constanza.
            Que paradojas tiene la vida. El batallón de Cazadores fue creado con el objetivo principal de perseguir al presidente Francisco Alberto Caamaño Deñó y sus hombres. Nace fruto de la traición de Montes Arache y Lachepelle Días, quienes siendo cercanos colaboradores del proyecto político militar que lideraba Caamaño, denunciaron a la CIA y SEFA todos los planes de derrocar el gobierno dictatorial y criminal de Joaquín Balaguer. Los Cazadores de Constanza jugaron un papel crucial en la captura del máximo líder dominicano que vio el siglo XX, que posteriormente fue vil mente asesinado por las ordenes ilegales y directas de Balaguer. Sin embargo ahora uno de sus miembros sirve a la patria protegiéndonos en esta cruzada por el rescate de los valores, siendo nosotros activos miembros de la Fundación Caamaño.

            Es por eso y por muchas otras cosas mas que hemos testificados, que podemos asegurar que ese ejercito que una vez fue una verdadera máquina de la opresión y la muerte, murió con los regimenes criminales que lo sustentaban. Hoy nuestro Ejercito Nacional está conformado por hombres y mujeres deseosos de ser útiles a su país y a sus hermanos de patria. Pero para eso requieren el apoyo de todos. Es responsabilidad de todo el pueblo dominicano velar por que los miembros de nuestros cuerpos armados tengan una vida digna, como bien se la merecen. Nosotros somos los encargados de hacer aquellas cosas que ellos por su voto de obediencia, lealtad y respeto, no pueden hacer.
            Son las 10:10am y ya llevamos más de 12 kilómetros recorridos. Caminando entre pinos y acacias que nos resguardaban del sol seguimos avanzando hasta que dimos con el chequeo militar de El 14, donde nuestro acompañante fue relevado de su misión por el cabo Espino Jiménez, perteneciente a la 17 compañía del Ejercito Nacional.
            Caminamos durante horas bajando por un tramo cual culebra gigante que se desliza por la montaña. El bajar el mucho mas difícil y doloroso, pues los pies sufren una barbaridad al tener que ir frenando a cada paso.
            Cuando el reloj marcaba las 1:23pm llegamos al poblado de La Ceiba, donde fuimos recibidos por el primer teniente Giovan Mateo Pérez, oficial de inteligencia, comandante del S-2 en el municipio de Loma de Cabrera.
            Por fin llegamos a la tierra del Mayimbe a las 2:40pm. Nos recibió el mayor Víctor Mateo Pérez, inspector de la 17 compañía del ejército con asiento en este municipio, quien nos dio una cordial bienvenida y nos felicitó por la gran hazaña que estamos haciendo. Fue estando aquí que nos enteramos, por una llamada que recibió el mayor Mateo, que había fallecido el Dr. Jorge Blanco, ex presidente de la república. Tan pronto como el mayor termino la llamada y cerro el equipo celular por el cual recibió la noticia, mando a que la bandera sea puesta a media asta.
            En Loma de Cabrera aprovechamos para una buena comida y un buen descanso. Ya  resignados a que llegaríamos igualmente de noche a Dajabón, salimos a camino a las 5:40pm.
            Ya corrían las 8:02pm y aun estábamos a 12 kilómetros de nuestra meta. Cuando llegamos al distrito municipal de Santiago de la Cruz nos dio la bienvenida el alcalde Víctor Carrasco, luego de lo cual pasamos al puesto del ejército de esta comunidad a informar de nuestra llegada “sin novedades”. En el puesto nos recibió el primer teniente Gómez Félix, y luego pasamos donde un sargento de inteligencia, que como ya era rutina, nos tomo una foto para los archivos militares.
            De aquí en adelante seguiríamos en compañía del sargento José Manuel Ramírez Voció. Arrancamos a caminar los últimos 12 kilómetros en una noche oscura. Por suerte ya no teníamos el frío de las noches anteriores, pero tampoco teníamos el regalo de un cielo repleto de estrellas.
            Quien nos diría que los últimos 5 kilómetros serían tan difíciles. Con hambre, sueño, dolor en las articulaciones y una ampollita en un lado del talón del pie derecho, cada paso se hacía más pesado, más difícil y más doloroso.
            Pero si los últimos 5 kilómetros fueron duros, el último kilómetro, en especial, parecía interminable. El agotamiento era tal que sentíamos que si tropezábamos y caíamos, nos quedaríamos tirados en el suelo durmiendo hasta el otro día.
            Fue así caminando como dieron las doce de la noche, y mi hermano Charlee, que lo tenia muy presente, se acerco y con un abrazo me felicitó por mi 24 cumpleaños. La verdad es que por el agotamiento que sentía lo había olvidado por completo.
            Unos minutos mas tarde llegamos a la Fortaleza Beller, asiento del 10mo Batallón de Infantería del Ejército Nacional, comandado por el coronel Félix Gil Ureña. Aquí nos recibió el segundo teniente Genao Beltré, quien de inmediato informó a sus superiores de nuestro arribo. De aquí nos fuimos en compañía del sargento Sánchez a buscar un hotel donde dormir. Dejamos nuestras mochilas en el hotel y salimos a comer algo.

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