A las 4:15am dimos los primeros pasos rumbo a Vallejuelo. El profesor Bianey y el Lic. Otoniel desde las 3:45am estaban listos, esperándonos. Mentalmente nos preparamos para escalar la sierra de Neiba, la cual posee altitudes sobre los 1,300 metros . Desde el principio todo fue subiendo, tanto así que los pocos y cortos llanos que se encontraron, nos parecían bajadas.
Cuando el sol comenzó a asomar su majestuosidad por el este, sus primeros rayos iluminaron el Valle de Neiba, dejando ver un paisaje hermoso e inolvidable, con tantos colores en el cielo que es imposible describirlos. Ahí se veía también imponente el Lago Enriquillo.
Cuando pensábamos que ya se había terminado de subir, aparecía en el horizonte una subida más grande que la anterior. Pero lo importante no es que sea fácil o difícil, sino que se tenga la firme decisión de seguir adelante.
El la ruta vimos como viven nuestros campesinos, que nutren con sus productos nuestras ciudades. Ellos que con sudor y sangre se ganan honradamente la vida. Esos mismos que del sol y la tierra sacan alimentos.
Vimos como los han convertido en la clase más olvidada y marginada de nuestro país. Son los últimos que se enteran del desarrollo de la Nación. Pensemos por un momento que pasaría si ellos dejaran de enviar alimentos a las ciudades, pensemos eso un momento y nos daremos cuenta de lo importante y poderosa que es esta tan maltratada y olvidada clase de nuestro país.
Ya pasada las 4:00pm llegamos a Vallejuelo. Nos sentíamos cansados, pero a la vez alegres de haber concluido con éxito una etapa más.
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