Cualquiera pensaría que en una institución con semejantes atributos la educación es de una calidad excelente. Si bien los profesores son de los mejores pagados de nuestro país, la educación está muy lejos de la excelencia. Detrás de esa mascara de belleza y suntuosidad se esconde espantosa realidad.
Una gran carencia de butacas se evidencia en casi todas las aulas, y la mayoría de las butacas con que cuenta están en condiciones deplorables. Aunque pueda parecer exagerado, en ocasiones se debe ir del primer piso al piso tercero para conseguir donde sentarse. Todo esto mientras se despilfarra millones en obras potencialmente superfluas o al menos no tan prioritarias. Es comprando o reparando butaquitas no se “mueve dinero”.
Otro factor que evidencia la condición indigna a que se somete al estudiante es la poca higiene de los baños, mucho de los cuales están clausurados debiendo en casos improvisarse baños unisex donde entran indistintamente hombres y mujeres. Algunos baños no tienen siquiera puertas, no ofreciendo ninguna protección a la intimidad de las mujeres que se ven obligadas a usar estos “servicios”.
Pero ningún caso ejemplifica más la humillación a que se somete al estudiante de la UASD como las filas que hay que hacer para pagar la inscripción. Miles personas a plenos sol en interminables filas ante la poca eficiencia de los cajeros y el bajo número de estos. Lo peor, lo mas insolente, es ver a la hora del almuerzo como los cajeros se van a comer y por dos horas la fila se detiene. Aparentemente los estudiantes son la basura más hedionda de la universidad. Mientras los directivos de la universidad están dedicados a tiempo completo a una grotesca y ridícula campaña política, los estudiantes quedan marginados en el rincón de lo que no vale nada.
Es hora ya de que los estudiantes se empoderen de la situación y demuestren que ellos son el verdadero soberano de la universidad, que son el único elemento verdaderamente imprescindible. Ya esta bueno de pisoteos. Despierten estudiantes, despierten.
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