por Claudio A. Caamaño Vélez
Los jóvenes son el futuro del país. Esta es una de las frases más gastadas que conozco. Las personas se empecinan en darle a la juventud un papel protagónico, pero no hoy, sino mañana. Se me parece al clásico refrán de los colmaderos “hoy no fio, mañana si”. Nos viven diciendo esa frase, nos la repiten y la repiten, hasta que pumm… Ya no somos jóvenes. Nos mantienen entretenidos con esa frasecita hasta que es demasiado tarde para darnos cuenta de la mentira que nos han venido diciendo.
Fíjense en esto. Aquí la juventud dura supuestamente hasta los 35 años. Entonces quiere decir que hasta los 35 años no somos más que una simple promesa, un prospecto, una posibilidad, pero aun no tenemos capacidad para hacer nada importante. Es entonces después de los 35 años cuando somos unos “hombres” y unas “mujeres” con la capacidad de hacer las cosas que hay que hacer. Pero lo que no nos dicen es que a esa edad tendremos tres muchachos que mantener, una familia que proteger y un empleo agobiante que apenas nos dará tiempo de ir al baño a leer los periódicos. Cuando ya tenemos la “capacidad” de obrar por nuestro país entonces ya no tenemos ni el tiempo ni las energías, y mucho menos tenemos la disposición de asumir los compromisos que nos exige la patria. Nos mantienen sentados en la silla de espera tanto tiempo que cuando nos ponemos de pie ya las piernas no nos sirven.
Juan Pablo Duarte, el Primero de los Dominicanos, el Mentor de la Nación Dominicana, el Padre de la Patria, contaba con apenas 32 años cuando se materializó la independencia de la República, y era uno de los más viejos de los trinitarios. Pero si nos ponemos a calcular bien, cuando Duarte fundó la sociedad secreta La Trinitaria, contaba apenas los veintitantos años. Pero aun más allá, pueden estar seguros que cuando se incubaron en su mente las primeras ideas de libertad e independencia era apenas un adolescente. Eso quiere decir que nuestro país, la Republica Dominicana nació en la mente de un chico de 15 ó 16 años. ¿Sorprendente no? Y no es que Duarte fuera un súperdotado, ni mucho menos un niño prodigio, es que simplemente así son las cosas… Son los jóvenes los que cambian el mundo.
Pocos se imaginarían que Gregorio Luperón, la espada de la Restauración, tenía apenas unos escasos 22 años cuando se enroló en el movimiento restaurador, todo un “muchacho”, y créanme, no era la excepción entre los restauradores. Fue un grupo de jóvenes quienes trajeron la dignidad de vuelta a nuestro territorio, devolviéndonos intacta y sin manchas la libertad y la independencia vulneradas. Esto no fue así por una simple coincidencia del destino, ni mucho menos constituye un caso aislado en la historia universal. Fue así, porque así es. Es en el corazón joven donde la chispa del arrojo enciende con más facilidad. Es el espíritu joven el que está más dispuesto a enfrentar su destino sin titubeos, sin mirar atrás ni a los lados, solo mirando hacia adelante, con la vista fija en sus sueños.
Si ya se imaginaron que en 1965 los defensores de nuestra soberanía eran jóvenes también… La pegaron. Así mismo fue. Francisco Alberto Caamaño era unos de los más viejitos… Tenía 32 años. Otra vez una trulla de “muchachos” son los que salen al frente a mantener viva la llama de la libertad. Otra vez un grupo de “carajitos” son los que salvan nuestra dignidad y nuestra soberanía.
Es por esto que nuestro sistema quiere mantener a nuestra juventud en un paralizante letargo. Pues sabe muy bien que son ellos los que llevarán a cabo los cambios que requiere nuestro país. Son ellos los que se encargaran de desterrar para siempre este obsoleto y criminal sistema que hoy mantiene en la miseria y el subdesarrollo a la población dominicana.
¡Jóvenes de la Republica Dominicana, despertemos ya y abracemos nuestros sueños! Este es el momento de comenzar a construir el país que queremos. Hoy es que tenemos las fuerzas para hacerlo, hoy es que tenemos las energías y el entusiasmo, hoy es que tenemos la capacidad de asumir el compromiso que nos exigen los actuales tiempos. Este país ha sido creado y defendido por jóvenes. Abracemos el ejemplo de Duarte, Luperón y Caamaño.
¡Adelante jóvenes dominicanos, que nosotros somos, más que el futuro, el presente, y el presente es hoy, ahora! ¡¡Adelante!!
1 comentario:
Es un artículo casi perfecto. Los viejos solo pueden dejar un legado a la juventud y que ella sea la que continúe el desarrollo de la nación. Dije casi perfecto, porque todavía nos llama "dominicanos" como si fuera esa la identidad nacional que nos legó Juan Pablo Duarte. No. Juan Pablo Duarte defendió la dominicanidad que ya existía, derivada del nombre de la isla (Santo Domingo), para oponerse a la idea de que la isla se llamaba Hiatí y éramos todos haitianos. Duarte, en 1861, nos llamó "Quisqueyanos" como identidad nacional, sin perder la identidad regional de dominicanos por el nombre de la isla. Pero el nombre de la Patria es Quisqueya. Nuestro Himno Nacional no fue una simple inspiración de Prud'homme. Fue ordenado en 1876 por el Presidente Espaillat, en base al mensaje de Duarte: -"Quisqueyanos sonó ya la hora de vengar tantos siglos de ultraje; el que a Dios y a su patria desdora, que de oprobio y baldón se amortaje. No más cruz que la cruz quisqueyana, que da honor y placer el llevarla; pero al vil que prefiera la hispana, que se vaya al sepulcro a ostentarla." Más en http://www.quisqueya.name y en el libro "Quisqueya, un país en el mundo"
Publicar un comentario