jueves, 5 de mayo de 2011

Crecimiento sin progreso

Por Felipe Ciprián

Hablar de crecimiento económico en un país como la República Dominicana significa muy poco porque es un resultado tan general que termina en elegantes cifras sin ningún impacto positivo en la mayoría de la gente.
Decir que la economía creció 7.5 por ciento en el año 2010 no quiere decir ni por asomo que la gente esté en mejor condición económica y social que en 2009. Crecimiento no es sinónimo de progreso social, aunque cuando hay progreso no hay duda de que se ha registrado crecimiento.
Los verdaderos economistas, los que se concentran en analizar cómo utilizar los recursos materiales y humanos para producir y satisfacer las necesidades de la gente, tienen una especie de consenso en que el modelo económico y las políticas públicas que proporcionen el mayor grado de equidad en todos los planos, son los que garantizan el desarrollo de los países y el bienestar de la población.
Hablar de crecimiento en un contexto donde el 10% más rico tenía en el año 2006 el 85% del capital mundial, y el 50% más pobre sólo el 1%, es eludir la responsabilidad de encontrar respuestas a ese grado de desigualdad.
Como ha escrito el economista argentino Bernardo Kliksberg, “la alta desigualdad es una traba fundamental para el progreso económico de los países y el bienestar de su población”.
Para este experto en el tema de la pobreza, la desigualdad “genera ‘trampas de pobreza’, reduce los mercados internos, baja la capacidad de ahorro nacional, crea circuitos diferentes en el sistema educativo, lleva a muchos alumnos a la deserción y a recibir educación de poca calidad, favorece la creación de inequidades múltiples en salud, genera altos grados de conflictividad, y degrada la cohesión social, promueve la criminalidad y facilita la corrupción”.
Crecer sin que crezca el empleo productivo, sin que haya un mayor grado de integración al trabajo formal de jóvenes y mujeres, sin un salario capaz de satisfacer las necesidades elementales del trabajador y sin que el Estado, con el cobro de impuestos, pueda atender los servicios de educación, salud, seguridad ciudadana, da lo mismo que no crecer.
Dar cifras de crecimiento sin que el servicio de energía eléctrica se estabilice y permita la competitividad de las empresas frente a las de los países de la región, es el equivalente a no crecer.
Hablar de crecimiento económico y cada año el acceso al crédito es enormemente mayor para el consumo de bienes importados, mientras se deja sin financiamiento a la producción agropecuaria, a las pequeñas y medianas empresas, a los innovadores, a la industria nacional, significa casi nada para el bienestar general del dominicano.
El gobierno que en este país enfrente con todos los recursos económicos y humanos el drama de la educación, el de la salud, integre a la juventud y a la mujer a la producción en igualdad de condiciones con los demás sectores, democratice el crédito y lo priorice para producir y no para consumir, ese será el mejor y sin duda el que logrará gerenciar el verdadero crecimiento, porque la gente lo sentirá cada día, en cada acto.
Naturalmente, hacer ese tipo de énfasis no da oportunidad para la corrupción estatal, lo que a su vez lesiona la actual garantía de monopolización de la acción política, excluyendo a los explotados, marginando a los que con ética y moral no pueden competir con los nuevos potentados económicos, que ayer fueron simples pelagatos, aunque rellenos de ambición y de atrevimiento.

ciprianfn@hotmail.com

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