Por Claudio A. Caamaño Vélez
La verdad es que mentiría si digo que me produjo alguna sorpresa saber que “papá” está apoyando la lucha del 4% del P.I.B para la educación pública dominicana. No me produjo sorpresa porque ya nada me sorprende de los politiqueros dominicanos, sus mentiras no conocen límites, y su radar del oportunismo esta siempre encendido y a toda capacidad.
La verdad es que mentiría si digo que me produjo alguna sorpresa saber que “papá” está apoyando la lucha del 4% del P.I.B para la educación pública dominicana. No me produjo sorpresa porque ya nada me sorprende de los politiqueros dominicanos, sus mentiras no conocen límites, y su radar del oportunismo esta siempre encendido y a toda capacidad.
Lo que si me produjo esa noticia fue una severa indignación, al ver como una lucha tan digna como la que ha mantenido el pueblo dominicano, sea ahora utilizada como otra de las mentiras que dicen nuestros politiqueros para conseguir popularidad barata. Me dolió mucho ver como ese señor tuvo el insolente descaro de valerse de de esa estrategia tan sucia para saciar sus ambiciones de poder.
Me gustaría pensar que él no se dio cuenta que con esa acción estaba desmeritando esa hermosa lucha, que tal vez el no se ha dado cuenta que su descredito contagia y contamina esta bella y justa causa. Me encantaría que así fuera, y que ese acto tan deshonroso haya sido fruto de la torpeza y no de una vil sed de votos, que no escatima en tirar por el suelo cualquier cosa.
Al ex presidente Hipólito Mejía Domínguez, le digo firmemente que la lucha por el 4% no es una más de las causas prostituibles con las que los politiqueros como él están acostumbrados a tratar. Esta no es una oportunidad más para burlarse de este pueblo, no es un trampolín donde poner los sucios pies para saltar más alto que los demás. Se equivoca señor, se equivoca.
Usted tuvo la oportunidad de hacer algo digno por la educación de este país y lo único que atinó fue a ser un cómplice de lo peor de este país. Parecería que usted no sabe que esa es una ley que data del año 1997, y que usted impunemente violó durante todo el tiempo que tuvo la oportunidad de hacerla cumplir.
Cuando usted fue presidente contaba con el abrumador apoyo de la mayoría en el Congreso Nacional. Perfectamente pudo haber aprobado el 4% para educación, tal como de hecho la exigía la ley. Si no lo hizo en ese momento, que carajo piensa hacer con un congreso de opositora mayoría. Acaso usted piensa que somos una bandada de burros amarrados en el patio de su lujosa casa en San Cristóbal.
Usted no es más que un descarado, irrespetuoso e indecente que ahora piensa limpiar los residuos fétidos que quedan de lo que fue su gobierno con la honrosa bandera amarilla de 4%. Pero por favor, a donde se ha ido su vergüenza. Si se le quedo en la silla presidencial cuando se dejó comprar por el dinero corruptor, pida un permisito y vaya a buscarla que le está haciendo falta.
El pueblo dominicano no necesita tener su respaldo en esta lucha. Muy por el contrario, lo aborrece. Así que por favor, no vuelva a poner en su boca palabras de apoyo para esta lucha, pues nadie se las ha pedido. Invéntese todos los cuentos que le vengan en gana, pero no juegue con la dignidad y el sacrificio de todo un pueblo. Si ya no le quedan principios, al menos tenga vergüenza.
Antes de finalizar quiero dejar algo bien claro. Si todo lo que he dicho en este artículo les ha parecido movido por motivos personales, no se han equivocado. Todo lo que escribo aquí, lo he redactado con responsable odio. Pues ese el único sentimiento que puedo sentir hacia el ser que destruyó por completo mi confianza en el sistema político de mi país.
Quiero que sepan algo. Yo era apenas un niño cuando las elecciones del 2000. Recuerdo bien que salía por las calles con una inmensa bandera del PRD, gritando consignas a favor de Hipólito Mejía. Él representaba la esperanza de mi pueblo y por eso lo admiraba con devoción. No me movía ninguna ventaja personal, solo el deseo de progreso de mi pueblo. El día que ganó las elecciones fue uno de los días más alegres de mi vida.
Destrozó mi corazón de niño y eso no se lo perdonaré nunca en la vida, nunca. Me traicionó, pero sobre todo traicionó los más sagrados anhelos de mi pueblo. Por eso siempre lo tendré un lugar muy especial entre las cosas que no sirven de este país. Te lo ganaste a pulso infeliz.
Lo que no me gustaría, es que se vaya a entender que con esto pretendo limpiar la deplorable actuación del gobierno de turno. El asunto no es sacar del basurero la basura que menos hieda y ponerla de trofeo en la sala de nuestra casa. Lo que corresponde ahora es botar bien lejos toda la basura, donde ni sus moscas nos puedan molestar. La mugre no se elimina metiéndola debajo de la alfombra.
Ok. Ya me desahogue bastante. Ahora me siento mucho mejor. Gracias.
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